Tadao Ando, la construcción de una vida
Un repaso por la vida del icono internacional de arquitectura Tadao Ando, en su cumpleaños número 75.
La vida de Tadao Ando, de 75 años, es una historia realmente fascinante. Confiesa que “revivir sentimentalmente” sus orígenes es el fundamento para proyectar sus nuevos trabajos. Este ícono de la arquitectura japonesa y mundial tuvo su primera oleada de reconocimientos en 1976, cuando la Casa Azuma se inauguró en Sumiyoshi, Ozaka, con una huella inigualable que sería su sello de estilo hasta hoy en día.
Pero la homogeneidad del hormigón iluminada de luz natural, incorporando elementos básicos como el agua y el aire no fueron los primeros pasos de Ando. Hasta los 20 años se había dedicado al boxeo profesional, cuando decidió a abocarse a la arquitectura autodidacta. Con poco empleo transcurrió su década número tres, pero no dejó de nutrirse de viajes y visitas a obras arquitectónicas icónicas como las de Le Corbusier. Estas construcciones lo inspiraron en una filosofía que se basa en crear entornos donde las personas se encuentran a compartir sus vidas. De esta manera nació su estilo de entornos integrados con la naturaleza, donde se enfatiza la relación mutua y la conversación con los alrededores.
La sencillez de Casa Azuma fue el fruto de todas sus experiencias durante esa época de poco trabajo, bajo el objetivo de crear una residencia sin gastos excesivos. En el transcurso del tiempo, Ando decidió comprarla y hacerla su estudio personal, el cual va renovando según las necesidades. El arquitecto sostiene que conservar esta propiedad lo ayuda a recordar su incursión en la arquitectura y así encarar los nuevos proyectos de manera fresca.
Un patio comunica tres ambientes distintos, permitiendo la fluidez del aire y la luz a la vez que ponía en jaque el principio de “facilidad y comodidad” que dominaba la ciudad nipona. Ando buscó reducir el uso de aire acondicionado con la estructura de sus obras, inspirándose en este espacio abierto de Azuma. Así llevó a cabo otros proyectos como la estación Shibuya, en Tokio con cursos cortos.
Ando hizo gala de su magnífico don por primera vez fuera de Japón en Sevilla, España, durante 1992. Fue el encargado de construir el pabellón de Japón, con 30 metros de altura e íntegramente realizado en madera. Esta espectacular obra le abrió el camino a otras restauraciones y proyectos.